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miércoles, 27 de junio de 2012

Hablando de Fútbol y Entrenadores.




1- Lo de casa siempre es lo mejor.

Sin entrar en otros aspectos y centrándome solamente en el terreno deportivo y más concreto en el fútbol, observo que en España siempre valoramos más lo que viene del exterior que lo que tenemos en casa y en concreto en lo que respecta a los entrenadores, hemos visto como temporada tras temporada vienen técnicos extranjeros, muchos de los cuales no aportan absolutamente nada al crecimiento de nuestro fútbol y lo que es más grave, tienen menos nivel que los entrenadores españoles.
No citamos nombres, pero algunos han hecho los cursos de entrenador de un día para otro, otros tiene una titulación de dudosa procedencia y a otros les han regalado el carné por que en su momento fueron futbolistas famosos. Y aquí como nos gusta hacer el Quijote seguimos picando pagando el doble por lo que viene del exterior cuando lo de casa es mejor y más barato.
Hay sin embargo entrenadores extranjeros que en su momento aportaron muchas cosas a nuestro fútbol, pero hubo otros que no estaban para entrenar ni a un equipo de barrio. A ver si los presidentes de los clubs se dan cuenta de una vez por todas, que los entrenadores españoles tienen la suficiente capacidad y nivel para estar a la altura de los mejores y que no hace falta viajar mucho para encontrar técnicos que ocupen con garantías más que suficientes los banquillos de nuestros equipos.

2-¿Entrenador y amigo?

¿Debe de ser el entrenador amigo de sus jugadores?

Esta pregunta es igual a la que a veces se realiza a los padres, en relación a si consideran que deben de ser amigos de sus hijos. Creo sinceramente, que al igual que los padres, son padres y no amigos,  el entrenador por encima de cualquier otra cosa ha de ser eso, es decir entrenador. Luego, en función de la categoría que entrene tendrá que actuar a nivel humano teniendo en cuenta una serie de condicionantes que vendrán determinados por la edad de los futbolistas que dirige. No es lo mismo el trato con un niño de 13 años que con un adulto de 23. Lo que si es común a cualquier edad o categoría, ya sean aficionados o profesionales de cualquier disciplina, es saber tratar al deportista como persona.
No cabe duda que cuanto más cercano y amistoso se muestre un entrenador con sus jugadores mejor será su relación con ellos, pero el buen trato, la buena educación y el buen talante no deben de dejar nunca paso a una exagerada tolerancia, a falta de exigencia, a la indisciplina o al exceso de paternalismo que muchas veces estamos acostumbrados a ver sobre todo cuando se trabaja con niños y adolescentes, y que muchas veces desemboca en una apología de la cultura del no esfuerzo. Convirtiéndose entonces, la persona que dirige a un equipo, en consentidor, en vez de ser entrenador, y muy flaco es el favor, que le hace a los futbolistas con los que trabaja, de cara a su formación personal y deportiva, y permiten por su dejadez, falta de profesionalidad o pocas dotes a la hora de ejercer la dirección de un grupo, que un equipo, en este caso de fútbol se convierta en una auténtica casa de locos.
Con mis propios ojos, he podido comprobar como equipos formados por niños con tan solo 11 o 12 años transformados en pequeños diablos, se habían convertido en auténticas hordas salvajes caracterizadas por una total anarquía, en la que el esfuerzo, la organización y las más elementales normas de comportamiento eran conceptos absolutamente desconocidos.
Hay técnicos, sobre todo los que trabajan con la base, que confunden no ser duros con los chicos, con ser excesivamente permisivos, y lo malo es que cuando se dan cuenta de su exceso de blandura, sus jugadores son ya tan indisciplinados y han adquirido unos hábitos deportivos tan negativos, que lamentablemente en muchas ocasiones ya no hay posibilidad de que el crecimiento del árbol (mal plantado y peor regado) pueda ya enderezarse.

3-El cambio en el último minuto.

Hay periodistas que dicen en relación a los entrenadores, y en el momento que estos realizan un cambio cuando ya queda muy poco tiempo para finalizar un partido, que esa acción supone una falta de respeto, hacia el futbolista que entra como sustituto en el terreno de juego.
Quienes tienen esa opinión, ni siquiera consideran la posibilidad de que el técnico de turno, ejerciendo su derecho para desarrollar con total libertad su trabajo, tenga la intención simplemente de perder tiempo.
Si el jugador que entra en el campo cuando apenas quedan un par de minutos para acabar el partido, consigue un gol, y con ese tanto su equipo logra la victoria, no solo habrá realizado una gran aportación al colectivo (que siempre es lo más importante), también a nivel individual verá muy reforzada su autoestima, y ésta, es una situación real que sucede en muchos momentos dentro de la competición futbolística.
Marcar un gol en el último minuto, llevando apenas unos segundos en el rectángulo de juego, no es algo que se pueda considerar ciencia-ficción, en absoluto.
Cuando lo anteriormente expuesto sucede ¿se seguirá pensando, que el entrenador está ofendiendo de alguna manera al futbolista que utiliza como sustituto?
Lo primero en lo que se debería de pensar es en el bien del equipo,  que está siempre por encima de cualquier egoísmo personal o de intereses particulares que antepongan las individualidades al beneficio de la colectividad.
Si un jugador disputa tan solo un minuto de juego (o incluso menos) y consigue marcar un gol que permite a su equipo lograr los tres puntos en disputa, la posible falta de respeto por parte del técnico hacia el futbolista, ni se plantea, vamos, que se diluye más rápido que un terrón de azúcar en una taza de café, y al final a lo único que suena es a chiste, pero de los que no tienen gracia.
Si además el jugador presuntamente ofendido, se revaloriza deportivamente por la consecución de ese tanto in-extremis y también a nivel personal ve elevado de forma considerable, su estado de ánimo ¿Qué se puede objetar al cambio efectuado por el entrenador cuando el partido está a punto de finalizar?
Decir también, que esto valdría igualmente si el futbolista que entra a jugar, no consigue ningún gol, pero sale con una misión concreta que su técnico le ha encomendado y cumple con ella, aunque sea tan solo unos segundos.
Son muchas las tareas que el entrenador le puede encargar al sustituto, desde realizar un marcaje a un determinado jugador contrario, defender una estrategia, tratar de conservar el balón el mayor tiempo posible o sencillamente, la ya comentada de perder la mayor cantidad de tiempo que se pueda, hasta el pitido final. Todas ellas, según el desarrollo del partido, pueden convertirse en aspectos claves y determinantes para lograr una victoria o evitar una derrota.
Cualquier misión que el mister encomiende es importante, aunque quede muy poco tiempo y ningún futbolista ha de sentirse menospreciado por ello, otra cosa es la eficacia o no, de la sustitución en base el resultado obtenido con ella, eso depende del acierto por parte del entrenador, dejando al margen el tiempo que quede de juego.
Lo que si es seguro y estamos convencidos de ello, es que ningún técnico de la categoría que sea, saca a un jugador al campo con la intención de cometer hacia él una falta de respeto haciéndole jugar tan solo unos minutos.

Fútbol Trainer Formación.


Twitter Paco Arias.


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